El crecimiento económico y las actividades humanas de las últimas décadas han causado cambios significativos en el planeta, impactando negativamente en el clima y los ecosistemas.
Esta presión ha llevado a una reducción notable del capital natural y a la aceleración de la pérdida de biodiversidad.
Frente a este desafío, surge la necesidad urgente de que las organizaciones comprendan tanto las oportunidades como las obligaciones derivadas del nuevo contexto global de protección de la biodiversidad.
Nuevo contexto global de protección de la biodiversidad
El Marco Global de la Biodiversidad de Kunming-Montreal, resultado de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica (COP15) celebrada en diciembre de 2022, establece un conjunto de metas y objetivos para guiar las acciones globales en favor de la biodiversidad hasta 2030.
Este marco busca revertir la pérdida de biodiversidad y proteger la contribución de la naturaleza al bienestar humano. Su aplicación no solo recae en los gobiernos y las organizaciones internacionales, sino también en el sector privado, que juega un papel crucial en la protección y restauración de los ecosistemas.
Las empresas deben estar preparadas para enfrentar nuevos desafíos regulatorios y para alinearse con políticas de biodiversidad que incluyan la integración de la sostenibilidad en sus estrategias corporativas. Esto implica la identificación y gestión de riesgos asociados con la pérdida de biodiversidad, así como la búsqueda de oportunidades para fortalecer la resiliencia organizacional frente a un entorno en constante cambio.
Impacto empresarial y dependencia de la naturaleza
Las organizaciones dependen de los recursos naturales para sus operaciones y, a la vez, sus actividades pueden tener un impacto significativo en la biodiversidad. Por ejemplo, sectores como la agricultura, la pesca, la minería y la construcción, entre otros, dependen en gran medida de los servicios ecosistémicos, como el suministro de agua, la polinización de cultivos y la regulación del clima. Por tanto, la degradación de estos servicios puede afectar directamente su productividad y rentabilidad.
En este sentido, es crucial que las empresas comprendan cómo su relación con el entorno natural puede impactar no solo en términos ambientales, sino también financieros y reputacionales. Las empresas que no gestionen adecuadamente estos riesgos pueden enfrentar sanciones regulatorias, pérdida de acceso a mercados, litigios y daños a su reputación. Por otro lado, aquellas que actúen proactivamente para proteger y restaurar la biodiversidad pueden mejorar su posición competitiva, reducir costos a largo plazo y fortalecer su resiliencia.
Estrategias para la gestión de la biodiversidad:
Para adaptarse a este nuevo contexto, las empresas deben desarrollar estrategias de biodiversidad que consideren tanto los riesgos como las oportunidades asociados con el capital natural. Estas estrategias deben basarse en una comprensión profunda de los términos, conceptos y políticas relacionados con la biodiversidad.
Además, deben incorporar herramientas de evaluación y gestión de riesgos específicos que permitan evaluar el impacto de sus actividades en la naturaleza y establecer medidas para mitigar estos efectos.
La aplicación de buenas prácticas y directrices para la gestión de la biodiversidad es fundamental. Esto incluye, por ejemplo, la integración de consideraciones de biodiversidad en las evaluaciones de impacto ambiental, la implementación de proyectos de restauración ecológica, el uso de tecnologías sostenibles y el desarrollo de alianzas estratégicas con organizaciones ambientales y comunidades locales.
Proteger la biodiversidad no es solo una obligación ética, es una estrategia empresarial inteligente en un mundo que exige sostenibilidad.
Oportunidades derivadas de la sostenibilidad
Más allá de la gestión de riesgos, la protección de la biodiversidad también presenta oportunidades significativas para las organizaciones. Invertir en la conservación de la naturaleza puede resultar en nuevas fuentes de ingresos, como el ecoturismo o los mercados de carbono.
Además, las empresas sostenibles pueden acceder a financiamiento verde y mejorar su relación con los inversores, quienes cada vez más priorizan las inversiones responsables con el medio ambiente.
Adicionalmente, existe una creciente demanda por parte de los consumidores por productos y servicios que sean sostenibles y responsables con el medio ambiente. Las empresas que logran integrar estos principios en sus modelos de negocio no solo cumplen con las expectativas regulatorias, sino que también se posicionan favorablemente ante sus clientes y stakeholders.